TIEMPO Y MEMORIA. Registrar, enunciar, catalogar y releer

Fragmento del texto realizado para el volumen Arte español contemporáneo. 1992-2013. Editado por La Fábrica.

“Cuando los hombres mueren, se vuelven historia. Cuando las estatuas mueren, se vuelven arte. Esta botánica de la muerte es lo que llamamos cultura.” Les statues meurent aussi (Las estatuas también mueren, 1953). Alain Resnais y Chris Marker.

El tiempo marca cualquier actividad diaria de la vida y, como parte inseparable de ésta, también del arte y de su historia específica. La historia del arte es un recorrido temporal, retrospectivo, encaminado a encontrar en el presente de su lectura, el sentido de su trayectoria. En ese transcurrir secuencial, sintético y resumido, nos aproximamos al porqué de las acciones y sus reacciones resultantes, de las revoluciones y sus contras, de las vanguardias y sus tendencias como elementos inseparables de su contextualización histórica.

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La cara viva de la cultura

Publicado en Levante-EMV, domingo 23 de diciembre de 2012.

 

Según la página web del IVAM, el Institut comenzó a realizar exposiciones en 1998, justo nueve años después de su inauguración y tras la mejor etapa conocida hasta la fecha: la única que entendió el museo como trayecto posible y no como llegada y asentamiento de intereses particulares. Antes de esta fecha, año en que empezó a gobernar con mano de hierro Cosme de Barañano, nada. Nada de Matta-Clark, de Eva Hesse, de Robert Smithson, de Atget, de Richard Prince, de McCollum o Crag; de Meireles o Downey; nada de las exposiciones dedicadas a las diversas ramas del tronco común de la Modernidad, nada de Heartfield o de los juguetes de Torres García; sin rastro de Gary Hill, de Kuitka o de Chantal Ackerman, ese arte degenerado; sin rastro de todo lo enseñado y todo lo aprendido. La única y mejor prueba fehaciente de que esos años sí ocurrieron es su colección, diluida en los últimos años por donaciones menores y compras de dudoso interés y procedencia.

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Reinventar la democracia

Texto realizado con motivo de las II Jornadas Los últimos 30 años de arte contemporáneo valenciano. 2º Volumen.

Reinventar la democracia. Activismos y nuevos comportamientos artísticos críticos en el marco valenciano desde la democracia.[1]

A vuelo de pájaro. Daniel G. Andújar

 

“POLÍTICOS

El problema es que quienes se postulan

para resolver el problema

son el problema.”

Todo el mundo está en otro lugar. Antonio Orihuela

 

Introducción

La frase “Democraticemos la democracia” rotula una camiseta ideada por el artista Daniel G. Andújar a través de Technologies To The People (TTTP); texto blanco sobre fondo de algodón 100% negro. No es sólo un titular, ni un juego hábil de palabras, por más que una parte del sector artístico (entre ellos críticos, artistas y teóricos) deseara ver en ella un mero eslogan de la oquedad o el viva a un tipo de arte que, de tanto reivindicar el espacio público y las actitudes sociales, ha devenido retórico. O, incluso, quieren verlo o quieren que se vea como una tendencia más en el arte de los últimos años y que ya tarda en caer del pedestal adonde se ha aupado (o le han aupado) sin méritos propios. La frase puede entenderse como leitmotif de una parte amplia del trabajo de García Andújar, tras la cual se archivan y concentran proyectos que tienen en el uso y la extensión de la tecnología su principal valor, entendiéndola no sólo como un logro de las clases medias sino como un derecho de todos los estamentos sociales. Y, asimismo, como herramienta no destinada a un grupo privilegiado que ha ocupado tradicionalmente las tribunas de poder y opinión en la política, las universidades, los medios de comunicación… sino que ahora se muestra al alcance de casi todos, a una distancia tan corta como la existente entre el teclado y la pantalla de un ordenador o, aún más, entre el pulgar y la pantalla táctil de un smartphone. Si este logro parece ahora una cuestión común y verdaderamente extendida, no lo era de igual forma a mediados de los años noventa cuando Technologies To The People inició su particular manera de divulgar la tecnología social.

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The Land Reclaimed by Photography

Published by EST. Publicacions on ocassion of the exhibition The Art Circle. Directors, by Mariela Apollonio at Kir Royal Gallery, Valencia, Spain.

A conscious scrutiny of reality transforms our perception of the real. That is where photography, and any contemporary derivative of the image, holds sway, for it constitutes and informs something based on the referent, whereas it used to represent it before. Jean-François Chevrier puts it this way: “The 20th century is, as Fernand Léger would have it, the century of ‘constructors’ […] So much had never been said about functional creation as in this century, in which all the functions of art have been challenged.[1]” It has proved to be a transforming power, and continues to be so at the beginning of the 21st century. But in its essence, photography – or at least certain active foundational practices attributed to photography – still maintains a link, however slight, with the document, with the testimonial evidence. Several concepts come into play in this operation: “reality”, “document”, “image”, “practice”, and, to mark the limits of the territory where Mariela Apollonio has settled and in which she has constructed a voice for herself, some others should be added, such as “institutional critique”, “staged pictures”, “the ‘thingness’ of the subject”, “photographic art” and “architectonic space”.

Full text available on: EST. Publications

 


[1] Jean-François Chevrier, La fotografía entre las bellas artes y los medios de comunicación, Barcelona, Ed. Gustavo Gili, 2007, p. 75.

El territorio ganado por la fotografía

EST. Publicacions Publicación con motivo de la exposición de Mariela Apollonio The Art Circle. Directors, en Kir Royal Gallery, Valencia, junio-julio de 2012.

La mirada consciente a la realidad transforma nuestra percepción de lo real. Ahí es donde la fotografía, y cualquier derivado contemporáneo de la imagen, regenta su poder, pues construye e instituye algo a partir del referente, donde antes lo representaba. Jean-François Chevrier lo indica de esta manera: “El siglo XX es, tal como quería Fernand Léger, el siglo de los ‘constructores’ […] Nunca se había hablado tanto de creación funcional como en este siglo en el que todas las funciones del arte han sido cuestionadas”[1]. Es un poder transformador, como se ha demostrado, y lo continúa siendo a principios del siglo XXI. Pero en su esencia, la fotografía –o al menos ciertas prácticas fundacionales en activo adscritas a lo fotográfico– todavía mantiene una vinculación, por pequeña que sea, con el documento, con la prueba testimonial. Varios conceptos entran en juego en esta operación: “realidad”, “documento”, “imagen”, “práctica”, a los que habrá que ir añadiendo otros, como “crítica institucional”, “fotografía escenificada”, “cosicidad del sujeto”, “arte fotográfico”, “espacio arquitectónico”, para deslindar el territorio donde se ha asentado Mariela Apollonio y desde el cual ha construido una voz.

 

Texto íntegro en: EST. Publicacions

 


[1] Jean-François Chevrier, La fotografía entre las bellas artes y los medios de comunicación, Barcelona, Ed. Gustavo Gili, 2007, p.75.

El valor de la cultura

Es de necios confundir valor y precio. (Antonio Machado)

Cuando miramos alrededor y observamos el ámbito cultural tan depauperado que tenemos, sólo se ve ausencia. Si fuera una película del oeste, las bolas del desierto rodarían por las calles, podríamos invitarles a entrar, para que reemplazaran el recuerdo de quienes decidieron marcharse. Nos hará compañía su mezcla de ramas secas, polvo y bolsas de plástico. Esta visión es exagerada, dirán los optimistas de pro y los neo-all; “Basta ya de lamentos”, se oirá desde el gallinero, desde la platea, desde el escenario incluso. Trabajemos y hagamos, al margen de, a pesar de las instituciones. Welcome to the Big Society, donde todo es para el pueblo, pero siempre y cuando acceda a trabajar sin cobrar por su trabajo. Voluntariado y voluntarismo social y cultural.

El precio de la cultura ha ofuscado su verdadero valor. Al poner ahora juntas las cifras del desastre, es decir, si decidiéramos desempolvar el coste de los innecesarios fastos culturales zaplanistas y ciscaristas compuestos de bienales, congresos mundiales, megalomanía, ciudades de todo tipo y condición, infraestructuras de las que ya sólo queda el “infra” desestructurado, vacío como siempre estuvo incluso en su ideación primera… Si pusiéramos esto ahora, encima de la mesa, y lo comparáramos con lo que pervive a día de hoy, entenderíamos que estemos como estamos; y nos serviría también como ejercicio rápido de mise-en-scène: ¿cómo puede quedar lo queda habiendo lo que hubo? ¿Dónde está el resto?

La cultura, y más exactamente la cultura contemporánea, siempre ha habitado un lugar liminar entre el patrimonio cultural y la proyección del pasado en el presente, un revisionismo ad infinitum de artistas neoclásicos, cuando no clásicos del todo. Por más que a muchas voces les haya faltado tiempo para denunciar una “burbuja artística” en el Estado español de las autonomías (también parece que prescindibles), habría que corregirles, pues la burbuja fue inmobiliaria, urbanística, de exceso de construcción, incluso cuando parecía que hablaba de arte visual o plástico, de artes escénicas, incluso de deporte… Lo único que existió fue la obsesión por crear espacios, por construir supra-estructuras, por entablar conexión con el mundo de las finanzas, de la construcción y de la banca. El valor de lo cultural no está, sin embargo, en el coste de sus estructuras, ni en el precio de sus entradas; éste reside en su voluntad de ser por más que le impongan su imposibilidad de seguir estando. Todo lo demás, como indicaba el poeta, es de necios.

El sueño frustrado de la modernidad

Publicado en el llibret de la Falla Arrancapins, Valencia, marzo 2012.

Imagen de Amparo Civil

Si la realidad de la cultura en el País Valencià es el panorama desolador que nos rodea, ¿cómo sería su pesadilla? La relación entre deseo y sueños es estrecha pero se rompe cuando la realidad se entromete. En muchos casos, la realidad no responde a lo necesario, a lo justo o a lo importante; responde a la urgencia, y ya nos decían las generaciones anteriores, nuestros abuelos y padres, que “las prisas son malas consejeras”.

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