Una nueva mirada para nuevas manifestaciones artísticas

Ciclo de cursos y publicación La educación artística y la mirada crítica. SARC / Edicions Alfons el Magnànim, Diputació de València, 2007-2008.

“¿La novedad?… La novedad es vieja como el mundo”
En Les enfants du Paradis (1945), Marcel Carné.
(Citado en Godard polémico por Román Gubern)

“Los hombres se parecen más a su tiempo que a su padre”
Comentarios sobre la sociedad del espectáculo, Guy Debord.

A propósito del título

La novedad en arte contemporáneo lleva implícita una paradoja: mientras que su suceso novedoso sustituye o reemplaza otro anterior, al que convierte en algo asimilado, también debe saber que, en algún momento más o menos próximo, éste será a su vez reemplazado o sustituido por otro. Así ocurre de manera sucesiva e inevitable, instalándose en una cronología de la novedad de perdurabilidad escasa o nula. Ante la ausencia concreta de tiempo y su constancia en el discurrir, se impone la presencia sistemática de hechos acuñados por lo novedoso competitivo, registros empeñados en trascender siquiera su momento aislado, no en vano se utiliza el anglicismo récord para cada nueva marca conseguida en competición. Paradojas y aporías entre cuyas rendijas se instalan las manifestaciones culturales como modos de cuestionar lo circundante o aquello que entendemos por lo real, a base de dejar el rastro de su paso.

Antes que nada una advertencia: nada novedoso, en sentido estricto, saldrá de este análisis. A no ser que ampliemos el margen interpretativo del concepto hasta incluir en él la visión personal de un recorrido, más o menos transitado, a través del cual encontrarnos con elementos en apariencia diversos que, aquí y ahora, son puestos en común con la intención de que su contacto resulte enriquecedor. La nueva mirada, así pues, es una mirada; las nuevas manifestaciones artísticas, del mismo modo, devienen más bien relecturas sobre los modos de pensar y analizar las prácticas artísticas contemporáneas, cada vez más tendentes a la hibridación técnica y a la transversalidad entre materias de estudio o conocimiento. Del mismo modo, podría afirmarse que el oficio del artista visual contemporáneo se sitúa cada vez más en un terreno voluntariamente contaminado por la indeterminación categórica entre la teoría y la práctica. Y, aunque en un sentido algo diferente, esto también ocurre [debe ocurrir] con la labor crítica, tal y como podemos deducir de estas palabras de Jean-François Chevrier: “Sigo pensando que la función intelectual se desprende de la propia práctica. El crítico tendría pues que preguntarse sobre su práctica, al igual que el artista sobre la suya. En este sentido, todo crítico puede y debe ser un intelectual” […] “es absolutamente necesario evitar la división del trabajo entre artistas e intelectuales.”

Antes de iniciar el recorrido resulta inevitable preguntarse por la dirección que tomar y el modo de acercarse al objetivo marcado del trayecto, así como las herramientas que se emplearán para recorrerlo. La simple decisión de elegir un modo u otro de presentar los contenidos se entiende aquí como un posicionamiento. Aquí es, asimismo, una instrucción de uso: Para la presentación de este recorrido se elige una versión híbrida entre la caligrafía personal y su registro tecnológico. Sobre una ficha blanca de formato A5 se manuscribe el esquema del curso. A su vez, esta ficha se ha digitalizado con la ayuda de un escáner y es proyectada en el aula como introducción de la presentación realizada con el programa PowerPoint. La mano entendida como herramienta natural, que ejecuta lo pensado con la “naturalidad” adquirida tras el aprendizaje, cartografía el trayecto. En él encontraremos líneas principales y secundarias; conceptos en los que detenernos y avisos que nos mantendrán alerta, pues no siempre resolverán las dudas que generan ni colmarán las expectativas en ellos depositadas. Si se consigue alcanzar la fase final, localizada en la parte inferior derecha, deberíamos ser capaces de girar la tarjeta para comenzar de nuevo desde el ahí de ese entonces, desde el margen superior izquierdo. Llevando a la práctica la máxima de que todo final es origen, y viceversa.

Cuando el esquema se digitaliza, se consigue la proyección y su distanciamiento: la exposición de aquello generado como un texto y devenido ya imagen. Incluso cuando se escriben con el estándar mecanografiado las partes del trayecto, desglosadas a modo de enunciados enumerados, el texto se ha convertido en imagen. Su aspecto, siendo físicamente incomparable, no se diferencia en absoluto de una fotografía. La cuestión que se plantea, por lo tanto, tiene que ver con el modo en que leemos un texto como una imagen, al tiempo que la imagen es vista por nuestros ojos con la densidad de un texto que se va descifrando poco a poco. ¿Sería excesivo analizar esta imagen con la subjetiva delicadeza de Barthes a propósito del studium fotográfico? ¿Dónde encontrar, si lo hubiera, el punctum de ese mapa devenido foto? La indecisión de un trazo, su repetición correctora, el gesto seguro de una flecha o un recuadro… ¿pueden ser puntos de partida para el análisis, sin duda neurótico, de esta imagen peculiar y su arribada a ese punto de interpretación mayor?

Se podrá cuestionar la necesidad de este primer paso, es decir, la conversión en imagen de un conjunto de palabras manuscritas encadenadas como un esquema. Si después se incluye como registro mecanografiado, ¿qué sentido puede tener incluirlo dos veces, de ambas formas? La respuesta puede encontrarse en lo indicado al principio: esta nueva mirada sólo puede responder a una mirada personal, no necesariamente nueva; con lo que la inclusión de la caligrafía asume el riesgo de convertirse en tautología informativa pero plantea, al mismo tiempo, la concreción de una postura personal. No anhela la grandilocuencia de una firma, al menos así quiere evitar mostrarse, como persigue la importancia de una decisión que excluye otras posibles. Más allá de esta cuestión sobre la autoría, se plantea el dilema de la elección entre distintas posibilidades, sobre los modos de exposición de la información y sobre la didáctica derivada de ella. Siendo este texto el registro de un curso impartido meses atrás, debiera preguntarse por el impasse transcurrido desde entonces, subsanar los errores o los caminos intransitados que quedaron sin contestar o clarificar e intentar ajustarse al mismo presente del que surge.

En contraste con cierta actitud performativa intrínseca a la exposición de determinadas ideas dentro de un curso, el texto escrito debe ser realizado para soportar un análisis más detallado. Las palabras dichas ofrecen la posibilidad de ir ajustando el tono, el caudal del discurso, la presión de su exteriorización. Lo escrito, sin embargo, más que un ajuste de sus posibilidades de ser, debe empezar desde el principio siendo. De ahí que los preparativos tengan la imperante necesidad de anunciar lo que vendrá.

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