El sueño frustrado de la modernidad

Publicado en el llibret de la Falla Arrancapins, Valencia, marzo 2012.

Imagen de Amparo Civil

Si la realidad de la cultura en el País Valencià es el panorama desolador que nos rodea, ¿cómo sería su pesadilla? La relación entre deseo y sueños es estrecha pero se rompe cuando la realidad se entromete. En muchos casos, la realidad no responde a lo necesario, a lo justo o a lo importante; responde a la urgencia, y ya nos decían las generaciones anteriores, nuestros abuelos y padres, que “las prisas son malas consejeras”.

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Tomar las riendas

La crisis institucional actual no tiene su fundamento únicamente en la mala gestión de los recursos, sino en la mala planificación de su estrategia. Esto es así si miramos la situación desde la perspectiva de lo común, por la cual quien gestiona tiene el poder y el deber de actuar en consonancia con lo que registran los textos constitucionales democráticos. Es decir, gobernar para todos con políticas para todos que intenten la mejora social de cada uno, con independencia de sus opiniones, siempre y cuando entiendan y practiquen lo que ha venido a llamarse “el juego democrático”. Si observamos la situación desde una perspectiva donde la gestión de los recursos va enfocada al beneficio y el desarrollo de aquellos que ostentan una opinión similar a la promulgada por los gestores del poder y se encargan de transmitirla y extenderla por la sociedad, de modo que cada vez más las opiniones diversas tiendan a desaparecer, entonces entenderemos que las instituciones no deben ni pueden gestionar aquello que es de todos. Y, entonces, hay que tomar las riendas.

En el contexto autonómico de la Comunitat Valenciana, donde las competencias territoriales transferidas parecen un ser o no ser de la personalidad de sus políticos y habitantes, el ámbito cultural contemporáneo sufre un absoluto exterminio. Los gestores culturales, por lo general incompetentes e ignorantes culturales, han ido ejerciendo una presión cada vez más fuerte sobre la cabeza de los autores, sean éstos artistas visuales, dramaturgos, músicos, actores o poetas. Si algún sentido les queda a las instituciones tal y como las construimos y aún perduran, es el de ejercer de faro que alumbra, de información que conduce y educa, de opinión que deja espacio para la discusión y la discordia. Lejos de esto, la actual gestión de la cultura ha pasado de la producción más o menos cuantiosa, a la existencia paupérrima; de la libertad de expresión, a la censura; de una visión contemporánea de la sociedad y la ciudad, a una amalgama de tópicos tradicionalistas que sólo pretenden mostrar lo contemporáneo como una excepción sin sentido, como la actitud estrafalaria de una minoría pedigüeña y tendente a la exageración.

La cultura contemporánea, sin embargo, es una cosa muy seria. Mucho más seria desde luego que el cargo que ostentan un puñado de políticos que reparten sus competencias y se intercambian los cargos con total despreocupación y sin conocimiento real de aquello que asumen. Muchos de los cuales ahora están aquí y mañana dirigen una empresa o fundan un think tank para mantener lo propio. Y es mucho más seria no porque quien lo produce moviliza las masas (que no lo hace) o dice cosas que descubran la verdad (que tampoco); sino porque habla de sucesos y está realizado por personas que viven su contemporaneidad, es decir, que son contemporáneos de los políticos y de esa gran mayoría de conciudadanos suyos que ni saben que existen, ni les gusta que existan. Trabajar desde la resistencia es una cosa muy seria; así como es serio y peligroso, aunque inevitable y necesario, tomar las riendas.

El arte visual contemporáneo es un ámbito complejo y contradictorio. Este arte ya no se conforma con determinados parabienes paternalistas; ni con palmadas en la espalda, que en muchas ocasiones han devenido puñaladas traperas. Este tipo de prácticas, difíciles de definir y deslindar porque habitan los márgenes y los intersticios y son aquí donde suelen dar sus frutos, son resistentes porque nacen de la necesidad, y son realistas porque lejos de representar la realidad, aspiran a construirla. Tomar las riendas es, en este contexto, auto-gestionarse, auto-promocionarse, intentar salir de la marginalidad. Determinados proyectos surgen cada poco tiempo con la intención de evitar los malos hábitos adquiridos por los museos, las galerías, las publicaciones mayoritarias. La red está ayudando a generar unas relaciones que no eran posibles hace unos años, y donde lo oficial no es bienvenido, siempre cuestionado y trivializado por las comunidades sociales en red. Esta es una situación novedosa que puede, o bien generar unas nuevas instituciones que aprovechen partes para cambiar su todo, o bien hacerlas desaparecer a través de su disolución. Se verá si somos capaces desde lo social y lo político de acometer tan importantes transformaciones. Desde lo cultural existen ejemplos que ya no esperan el amén de las instituciones para “ir en paz” por el camino marcado, sino que están construyendo nuevos caminos de autonomía para luchar por la libertad, allá donde éstos puedan dirigirse.

Àmbits d’intrusió (CAT)

Texto curatorial del projecte Àmbits d’intrusió, al Centre Cívic Can Felipa, Barcelona, del 26 de gener al 31 de març de 2012.

La intrusió és l’àmbit de l’art contemporani. Sens dubte, almenys des que Marcel Duchamp va introduir objectes quotidians en el context de l’art, va ensenyar a mirar-los d’una altra manera i, per tant, els va atorgar una plusvàlua per a la mirada, la història (i també el mercat). Després d’aquesta circumstància, l’atípic serà trobar elements que hagin fet avançar la complexitat de l’experiència estètica sense plantejar intrusions, ruptures, sense generar discontinuïtat. Un àmbit, físicament parlant, és el «conjunt dels límits que tanquen un espai»; també és aquest «espai comprès dins de certs límits, o lloc que es determina d’alguna manera». Com a tercera accepció, àmbit és «cercle: conjunt de coses i persones entre les quals algú viu o es desenvolupa. Per intrusió podem entendre «l’acció d’introduir-se indegudament en algun lloc»[1]. Només cal sumar ambdós conceptes per tenir una lectura literal del títol d’aquesta exposició i obtenir una interpretació ajustada de les seves intencions.

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Àmbits d’intrusió (CAS)

Texto curatorial del proyecto Àmbits d’intrusió, en el Centre Cívic Can Felipa, Barcelona, del 26 de enero al 31 de marzo de 2012.

La intrusión es el ámbito del arte contemporáneo. Sin duda, al menos desde que Marcel Duchamp introdujo objetos cotidianos en el contexto del arte, enseñó a mirarlos de otro modo y, por lo tanto, les otorgó una plusvalía para la mirada, la historia (y también el mercado). Después de esta circunstancia, lo atípico será encontrar elementos que hayan hecho avanzar la complejidad de la experiencia estética sin plantear intrusiones, rupturas, sin generar discontinuidad. Un ámbito, físicamente hablando, es el “conjunto de los límites que encierran un espacio”; también es ese “espacio comprendido dentro de ciertos límites, o lugar que se determina de algún modo”. Como tercera acepción, ámbito es “círculo: conjunto de cosas y personas entre las que alguien vive o se desenvuelve”. Por intrusión podemos entender “la acción de introducirse indebidamente en algún sitio”[1]. Sólo cabe sumar ambos conceptos para tener una lectura literal del título de esta exposición y obtener una interpretación ajustada de sus intenciones.

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Crítica: Implosió impugnada 10, 12 i 14. Rafael Tormo i Cuenca

Publicado en Monográficos arte10.com. Exposición de Rafael Tormo en galería Rosa Santos, Valencia. Hasta el 14 de enero de 2012

El arte visual y la palabra mantienen una relación no muy diferente a la estrecha ligazón histórica que la pintura ha mantenido con la escritura. La diferencia entre arte visual y pintura hoy, con todo tipo de notas aclaratorias y comillas con que podamos acompañar ambos conceptos, se asemeja bastante a la que se establece entre palabra y escritura. Las palabras no necesariamente tienen porqué generar narración, ni poesía, ni literatura. Tal vez se pueda argüir que tampoco la escritura garantiza su conversión en literatura o en poesía, pero sí parecería poco cuestionable afirmar que la escritura pretende un relato, esto es, organizar la información escrita de la que dispone con un orden y unas pautas, por muy variables y cuestionadoras que éstas puedan ser; mientras que la palabra, la frase e incluso el enunciado, buscan un grito, una alarma, una carcajada, un aviso y, a ser posible, una afección directa y rápida tras su lectura.

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Tres fotografías de Nobuyoshi Araki

Catálogo de la exposición Barcelona Colecciona, Fundación Francisco Godia, Barcelona, diciembre de 2011.

1. Flores

Aprender a mirar es una labor que dura toda la vida, haciéndose más sofisticados los métodos de observación, ampliándose el microcosmos que actúa como motivo de análisis y, en general, sensibilizando la mirada para captar todo aquello que se nos muestra delante. Con la observación y el análisis fotográfico, la cuestión no es sino más compleja, pues todo lo que allí vemos, en ese espacio recortado, traductor e intérprete de la realidad, es susceptible de ser visto, remirado y analizado hasta el límite.

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La revolución de la imagen impresa

Publicado en VA! Revista de fotografía, nº 1. Noviembre de 2011.

En las revoluciones conviene saber cuáles son nuestras armas. Para ello, es preciso previamente entender qué es una revolución y qué es, o qué puede llegar a ser, un arma. En el ámbito del arte visual, la revolución actual viene dada (e impuesta, tal vez en exceso) por la digitalización de la imagen, por su producción, difusión y consumo sin necesidad de apariencia física. Es por ello importante diferenciar entre imagen y fotografía, entendiendo ésta como la constatación física de una imagen, bien sea para denominarla objeto artístico, bien para que sea “leída” dentro del relato que se genera en el interior de una publicación, bien para que registre acontecimientos y su presencia resulte palpable. Más allá de configurar un lenguaje, las imágenes son un nuevo texto. Esto no impide que sigamos necesitando y empleando las palabras, aunque éstas apenas ya se manuscriban y se generen como imágenes en sí mismas, empleando formatos editables. Las relaciones personales y profesionales interactúan a distancia con una urgencia y una inmediatez desconocidas hasta ahora. ¿Quién puede dudar de que estamos, más que nunca, en continuo proceso?

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