Texto realizado con motivo de la exposición Relato y documento, de Xisco Mensua. Sala Josep Renau, Facultat de Belles Arts de Sant Carles, Universitat Politècnica de València. Del 16 de enero al 28 de febrero de 2014.
“¿Cómo reducir la distancia, cómo pensar la adecuación entre el placer sentido de esas sombras proyectadas sobre la pantalla, la inteligencia de un arte y la de una visión del mundo? Jacques Rancière. Las distancias del cine.
Existe una necesidad vital de contar historias, por más que los modos de hacerlo hayan rebuscado con obstinación en sus antÃtesis mutuas y la linealidad aparente de sus formas iniciales se haya transformado en complejas construcciones que persiguen parecerse al mundo que toman como ejemplo, y contarlo. Los relatos componen una visión del mundo que intenta ser explicado, siempre sabiendo el final y por ello mismo, intentando rebelarse en su contra. Las fronteras entre lo veraz y lo verosÃmil son algo más que géneros de un mismo lenguaje, pues dependen del modo como entendemos el mundo de afuera –y el afuera del mundo–, como leemos un texto, una imagen o una secuencia que combine ambos.
Es sobre textos e imágenes, sus dobles y sus reflejos, sobre lo que orbita el trabajo visualmente complejo y al tiempo esclarecedor de Xisco Mensua. Esta afirmación no es una contradicción en términos, salvo que entendamos como eso el hecho mismo de crear obras artÃsticas y productos culturales en claro enfrentamiento contra el tiempo. Su filosofÃa hace propia la frase de René Char que el artista ha utilizado como cita: “No tenemos más que un recurso frente a la muerte: hacer arte antes de que llegueâ€. La complejidad mencionada reside en asumir como tema de análisis y campo de expresión de lo artÃstico el compendio cultural de Occidente, sus fragmentos y sus ruinas; contenido en citas y pensamientos, capaz de hacer explosionar en diferentes sentidos de interpretación la concreción de una imagen, superponiendo niveles que funcionan tanto por separado como conjuntamente… Por su parte, el esclarecimiento se produce como una reacción lógica a todo esto, pues precisamente el intento de concentrar en una imagen de forma resumida tal complejidad, y de conseguir indicar lo que de complejo implica su propia presencia en tanto que imagen, es lo que lo hace entendible y asumible como narración de un hecho mayor. El relato lo entendemos, por muy duras que sean las circunstancias del trauma que lo provocan.
En este proceso existen dos partes interconectadas: la comprensión de una serie de elementos e informaciones circunscritos al ámbito del pensamiento, donde también se encuentran el arte y la cultura visual, y su exposición en forma de composiciones en apariencia sencillas, o como imágenes simbólicas que encierran varios significados pero que resultan claras e inteligibles. De igual manera, resulta apasionante interesarse por la sencillez de una imagen en tanto que representa o construye una parte de la realidad que conocemos o que queremos transformar. Un reloj pintado en un lugar estratégico dentro de un papel de dibujo podrá ser muchas otras cosas, pero siempre será ante todo un reloj pintado: el tiempo detenido e interpretado como objeto, mucho más parecido en ese caso al concepto del kairós que al de cronos, pero un reloj al fin y al cabo que debe leerse también en ese sentido, como en un juego de recreaciones. Surge entonces el aspecto documental que ofrece cualquier imagen, su vinculación a un contexto y a un mundo histórico. No representa una confrontación contra el relato o su construcción, sino que, muy al contrario, es el elemento clave para entender la narración que nos interpela desde lo visual; el punto de apoyo para volar en dirección de la imaginación y el azar, o en dirección de cierta verdad del mundo afianzada en la experiencia.
La obra de X. Mensua necesita con frecuencia conformarse como polÃpticos que, influenciados por la narratividad dislocada e intermitente de los paneles del Atlas Mnemosyne de Aby Warburg, componen archipiélagos o constelaciones. También a estas formaciones astrológicas fue necesario buscarles una referencia figurativa, un relato que las vinculara a las formas de la mitologÃa entonces vigente. Incluso la mayor de las abstracciones ha sido sometida al ritmo que marcan las figuraciones y su montaje. Los polÃpticos de X. Mensua, incluyendo los aquà mostrados (Trance, Song y No return), emplean sin embargo una retÃcula cartesiana: no difieren de tamaño entre sÃ, no ofrecen la diferencia de sus referencias cruzadas. Más bien al contrario, afrontan tal diversidad del modo como lo plantea Jean-François Chevrier: “La uniformidad de la imagen se opone a la heterogeneidad de los objetos y de los materiales. […] La imagen iguala lo que agrupa†(La fotografÃa entre las Bellas Artes y los medios de comunicación, p.38). La igualación del formato permite establecer puentes entre materias de estudio y análisis, pero también crear huecos e intersticios entre ellas, como la secuencia detenida y puesta en escena de un movimiento incesante que necesita del intervalo para ser ella misma. No es posible entender estas composiciones sin ver las imágenes como partes de un todo generado a su vez por las ausencias, las pausas y los silencios de los huecos intermedios.
Las frases que se pintan o se dibujan, el texto convertido en imagen, es también una forma de copia. Este concepto, en ocasiones confundido con el plagio o el hurto, es vital para entender el proceso generador de sentido que el arte contemporáneo posee. Las referencias propias del medio artÃstico se agigantaron en parte por la inclusión de los medios de comunicación en la sociedad, en el relato subsiguiente de la historia y en el modo de entender la estética de la reproductibilidad. La seriación y la copia se han convertido en la principal motivación del artista, quien mira el mundo y lo representa para crearlo de nuevo. El artista Rogelio López Cuenca (se) acusaba, entre otras cosas, de “repetir palabras empapadas por la saliva de otrosâ€; imagen ilustrativa de lo que simboliza la creación contemporánea.
Si el reloj pintado podÃa ser una imagen de gran complejidad y también de gran sencillez, ¿cómo ver el texto que se pinta? Al leerlo, se comprende lo que dice, pero también se entiende cómo se hace, cómo se ha hecho. La sencillez de este gesto contrasta con la profundidad de su mensaje: “sueño sin fin ni tregua en nadaâ€. ¿Puede verse esto como un posible epitafio del arte que pelea contra el paso del tiempo?
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