Publicación de la exposición de Joan Antoni Toledo. Consorci de Museus de la Comunitat valenciana.
“Si yo pudiese explicar de pe a pa mis cuadros, no harÃa falta que los pintara. Entonces no serÃa un pintor, serÃa un literato. Hay ideas visuales explicadas por un medio visual que son más directas que la escritura, y si las racionalizas las conviertes en otra cosa. En escritura, por ejemplo.â€
Joan Antoni Toledo, en una entrevista realizada en julio de 1983.
I
En la cita que encabeza este texto, Joan Antoni Toledo plantea buena parte de la dicotomÃa entre acción y reflexión; entre el hecho de hacer algo creativo, en este caso emitido con un lenguaje visual, y la tarea (se podrá argüir que innecesaria o imprescindible) de hablar sobre ello desde una postura analÃtica y reflexiva. Tradicionalmente esta tarea de hablar o escribir sobre lo realizado en la práctica artÃstica, lo que conocemos comúnmente por crÃtica, ha sido vista como la opinión lanzada desde un territorio a cobijo, desde el burladero donde se contempla con distancia la acción definida y, por lo tanto, entendida, como práctica (más o menos) arriesgada. Ambas actitudes suelen sentirse alejadas y sus posturas se han mostrado con frecuencia irreconciliables. Sin embargo, el comentario citado del pintor no aÃsla ni potencia las categorÃas; no enfrenta ambas posturas o ambas acciones sino que al definirlas, las diferencia. La cuestión no estarÃa tanto en la necesidad o en el hecho inevitable de que una de las dos sobresalga por encima de la otra, sino en su diferenciación lingüÃstica. En el momento en que nos ponemos a pensar sobre una obra artÃstica o una serie de ellas, experimentando más o menos una experiencia estética o un trasvase de información y conocimiento al observarlas y entenderlas, y decidimos dejar por escrito dicha reflexión, es cuando ambas acciones se distancian en su definición y en su puesta en práctica. Pero también, o asà queremos creerlo, se completan; dos partes que unifican fuerzas hacia una misma dirección cognoscitiva.
La declaración de intenciones de esa cita abre otra puerta de no menor calado, como es la de la visibilidad del arte, su inmediatez como mensaje comunicador y elemento clarificador de contenido. Es cierto que el arte acoge dentro de su pluralidad formal campos y materias de muy diversa Ãndole. También es cierto que su industria cultural propia, la que representan los centros de arte y museos, las galerÃas, los medios de comunicación especializados, los comisarios, los foros de debate y los eventos anuales, bienales o quinquenales, los crÃticos…, es muy dada a la fácil asunción de novedades. En determinados ámbitos, la búsqueda de lo nuevo alcanza el paroxismo y el descubrimiento de una vuelta de tuerca más sobre lo novedoso es celebrado por propios y ajenos como un triunfo, aunque también con puntual frecuencia se rodea de polémica. Se dirÃa que representa el suspiro aliviado que seguirá permitiendo la investigación, la producción, la compra-venta, la plusvalÃa… en definitiva, la consistencia y perdurabilidad de lo establecido; asà como un nuevo motivo más para que sigan surgiendo las crÃticas a propósito del existencialismo del arte y su función. Lo cierto es que por muchas voces crÃticas que pueda recibir el arte a propósito de su liviandad teórica en determinadas materias, o por su evolución formal meteórica y, por lo tanto, su poca consistencia en lo precedente, no puede negársele la capacidad extraordinaria que ofrece como motor de cambio generacional y estilÃstico, asà como replanteamiento continuo de unas bases de convivencia polÃtica que no siempre han avanzado al ritmo que sus demandas sociales exigen. El arte contemporáneo es, por asà decirlo, un terreno propicio para el encuentro de modos de intercambio cultural, de relación social, donde las experiencias personales son puestas al mismo nivel que las derivadas del conocimiento por otros medios del saber, con todos los inconvenientes y crÃticas que esta actitud puede llevar adosados. Con todas las ventajas, por otra parte, que ofrece la posibilidad de re-dibujar los lÃmites de su función en la sociedad.
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