Andrea Canepa. Todas las calles del año

Texto sobre la artista Andrea Canepa para la publicación de Generación 2104. Proyectos de arte Fundación Caja Madrid. La Casa Encendida, Madrid. Del 7 de febrero al 4 de mayo de 2014.

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El título de un dibujo o de una serie de dibujos tiende a definir la generalidad de aquello que nombra; incluso podría pretender alcanzar la totalidad de su interpretación, cerrando vías a otras posibles lecturas. Puesto que el dibujo es la síntesis del tema tratado, una elección de entre la infinidad de opciones posibles, el título vendría a certificar la vinculación entre significante y significado. Sin embargo, el sentido es otra cosa bien distinta, pues ni lo mostrado, ni el título que lo nombra, ni siquiera el texto que puede aparecer convertido en imagen, tal vez acierten a deslindar la magnitud de su capacidad cognoscitiva. Un dibujo es una acción sincrética entre aquello que se ve y aquello que se quiere contar de lo visto: el relato convertido en trazo, línea, mancha, documento sensible.

Todas las calles del año es un proyecto de Andrea Canepa (Lima, 1980) cuyo planteamiento implica una decidida apuesta por la compilación, por la selección, por la clasificación y por el coleccionismo. Los trescientos sesenta y cinco dibujos de la serie completan un año natural entero, certifican el paso del tiempo, a la vez que consiguen detenerlo y convertirlo en título; salvo que aquí los títulos son, además, elementos cargados de simbología que articulan un sinfín de relatos particulares dentro del principal relato que los agrupa. Los títulos particulares de cada dibujo, formando como forman una cadena pre-establecida y conocida por todos, nos transportan a rincones repartidos por la mayoría de los países de Latinoamérica y relatan episodios épicos o experiencias mínimas de algunos de los habitantes, pueblos, naciones o frentes políticos comunes. Por otro lado, estas obras reflejan cómo la cultura y la sociedad se han conformado a partir de patrones-guía que controlan, aunque sea de manera circunstancial, nuestro paso por el mundo en abierta lucha contra la naturaleza, a la que hemos acabando domesticando.

El proyecto se relaciona con otros donde la seriación de sus contenidos determina la complejidad de su todo. Sin duda, esta serie de dibujos plantea cuestiones al respecto de la noción de imagen, sobre la definición de documento, a propósito de la subjetividad y la autoría, aspectos todos ellos que relacionan Todas las calles del año con series fotográficas donde el propio medio adquiere la cualidad de una herramienta de contención selectiva y catalogación de un motivo o una clase de variaciones sobre un motivo (100 Years, de Hans Peter-Feldmann, por ejemplo). En esta afirmación no queda exento el proceso de elaboración de cada escena. A. Canepa busca el día del año correspondiente en la aplicación Google Maps, que recorre el globo en apenas un segundo y rebusca entre las numerosas poblaciones aquéllas que incluyen una calle cuyo nombre responde a esa fecha concreta. De la calle en cuestión se selecciona una fotografía que deriva bien de esa misma aplicación cartográfica (Google View) o de cualquier otra en la cual los usuarios comparten imágenes. Posteriormente, la autora investiga el hecho que celebra cada una de las calles, atendiendo a si es una fecha conmemorativa de una batalla, el día de la independencia de un pueblo, el nacimiento de un personaje histórico nativo de esa población o si, por al contrario, lo que reivindica es una acción nimia o incluso semi-desconocida.

El texto que acompaña la imagen superior del dibujo relata esa efeméride, y cada una de las letras que conforma el texto a dos columnas está milimétrica y pulcramente dibujada. Ambos elementos del dibujo, la escena visual de la calle nombrada y la explicación escrita, son por completo subjetivos en la elección de los fragmentos y en la disposición del contenido. Sin embargo, existe suficiente valor documental en todo el conjunto como para que nos permita detenernos en cada uno y aprender algo más de esa pequeña porción de la Tierra. Pese a esta cualidad de índice subjetivado, la serie de la peruana no responde al mismo planteamiento de “análisis mimético” que propone su compatriota Fernando Bryce (Lima, 1965), donde se cuenta la historia moderna a partir no sólo de los acontecimientos, sino del modo en que éstos fueron contados en los medios de comunicación. Con todo, la vinculación con el dibujo se torna efectiva.

La particularidad de esta serie viene determinada asimismo por la limitada paleta de colores con los que Andrea Canepa refleja el mundo. El azul, el rojo, el negro de la tinta china, en ocasiones un bermellón anaranjado, cada cual en múltiples variaciones cromáticas más o menos diluidas multiplican los efectos, respaldados por recursos estilísticos muy diversos. La vegetación muestra sus hojas, ramas y troncos perfilados, rebosantes, de la misma forma que las montañas lejanas de los fondos o los cielos con nubes surgen desde el interior de la textura del papel para recordarnos que son simples gestos fantasmales; certeros, pero fantasmales al fin y al cabo. Por otro lado, las esquinas redondeadas de los dibujos de las calles evocan una cierta forma de mirar las escenas de viajes en diapositivas o en película de súper8. En cualquier caso, la imagen puede entenderse como la proyección sobre una pantalla, salvo por el hecho trascendental de haber podido, en este caso, fijarla tenue pero firmemente a través del dibujo.