La realidad y su doble

Texto realizado para el catálogo de la exposición Alien baló sorprendido del truco, de Ernesto Casero. Galería Paz y Comedias, del 16 de enero al 28 de febrero de 2009.

Existe una relación no del todo continua, más bien esporádica, entre la realidad y lo que realmente vivimos y sentimos como real. El arte tradicionalmente se había encargado de la representación de lo que nos rodea, de hacer de enlace entre ambas percepciones hasta que, llegado un momento, constató que lo que más le afecta en tanto que lenguaje es lo más próximo, sí mismo. Por este motivo, el arte actual se afana por representar lo real, incluso por ser más real que la realidad, y al mismo tiempo, también por mirarse el ombligo de su sintaxis, regodearse en su léxico, exhibir orgulloso su gramática. Cualidades que se sintetizan en su capacidad de ser cuestión de sí mismo, una de sus principales razones de ser y que no pocas veces es asimismo cuestionada por mostrarse encriptada, o de difícil acceso para la mirada de los espectadores.

Es una cuestión clásica que no deja de convocar nuevos intentos, empleando nuevas formas o tecnologías más avanzadas y acordes a su contemporaneidad. Pues el arte siempre se relaciona con su origen, con el hecho significativo de que surge específicamente de la nada, o de otra cosa en principio no relacionada con su función final, para afianzarse en su vocación de huella de su época; incluso en los casos en que surgió para ser simple acción y acabó mostrando su registro. En este proceso orgánico parece lógico desarrollar procedimientos derivados asimismo de lo orgánico, que adoptan sus formas simétricas, sus crecimientos exponenciales, su existencia ínfima, su duración acotada. Una extensión rizomática que encuentra en los modos de producción y difusión actuales su descripción perfecta.

Ernesto Casero pinta este proceso de transformación reflejado en espejo, de manera simétrica, duplicando los detalles de manera ligeramente inexacta… tal vez con la intención de acercarse al funcionamiento de este siendo orgánico, de este proceso que adquiere la pretensión de devenir eterno en [y con] la pintura. Puede ser que lo haga también por una necesidad de anclar en la simetría, entendida aquí como una balanza casi equilibrada, esos mismos cambios sin fin. ¿Es una paradoja querer constatar el desenvolvimiento de lo orgánico en la demarcación rectangular de un lienzo, con la pretensión de la eternidad o, al menos, de la supervivencia del registro, aupándose en la cronología histórica del arte? ¿Cómo actúa la pintura cuando se detiene en lo visto apenas en el tiempo que dura un parpadeo, en lo deformado a través de un calidoscopio, en lo inventado por la imaginación, en la ampliación que realiza un microscopio? Es decir, ¿cómo se comportan esos tipos de percepción mínima cuando se recrea con definición y vocación casi de escribiente?

Estas preguntas contienen no tanto su respuesta como una afirmación sobre el hecho mismo de pintar, sabiendo que es la representación quien acaba triunfando con su engaño. En el caso de E. Casero el problema de la representación, qué mostrar y cómo hacerlo, deviene tema central y casi obsesión. De ahí que le interesen las formas que asume la realidad para embaucar nuestra mirada; los motivos seriados, repetidos hasta la extenuación de la superficie lindante del cuadro; las texturas del camuflaje en sus múltiples engaños visuales sobre lo orgánico, lo vegetal, lo corpóreo; las referencias escritas a la función de ver y comprender lo que se ve, que son otras maneras de enfrentarse al eterno dilema de la función del arte, de la pintura, del dibujo, ¿de la animación? La inclusión del tiempo [cinematográfico], simulado en la animación donde se abren casi con avaricia existencial diferentes tipos de orquídeas [Hombres e insectos], sitúa su obra en otro contexto, en la búsqueda más que en el encuentro; en cierta disconformidad con lo ya sabido, ya visto, ya encontrado… de nuevo el proceso, inextinto por más que muestre incluso victorioso las etapas parciales de su recorrido.

La videncia escrita en un papel de nuevo nos remite al qué será, al cómo es y al modo en que será visto una vez contemplado. El que será es el futuro que la vivencia pretende demostrar que conoce, con tanteos, trucos, ciertas realidades, convertidas para quien recibe los consejos en pruebas de fe, agarraderos de confianza ciega. El cómo es queda representado por el dibujo que reproduce la octavilla, el pasquín, el flyer del anuncio que el vidente propaga y difunde. El modo en que es contemplado es, lógicamente, el proceso hecho dibujo, convertido en obra y generado para ser a su vez analizado, convertido en un nuevo traje del Emperador. Un proceso que, aunque con algunas modificaciones, también acarrean consigo los dibujos sobre el antes y el después, los entonces y el luego, de Sadam Hussein y Radovan Karadzic comparados al ser finalmente detenidos. Estos retratos integrados bajo el título Camuflaje, se suman a una serie de dibujos [Verdadero / Falso] realizados con lápiz sobre papel que también reflexionan sobre el poder de la mirada, los engaños visuales provocados o no por cierta manipulación de la realidad o su modo de entenderla y, en definitiva, un conjunto de obras que buscan la sorpresa y la constatación de que no todo es lo que parece.

Cuando este empeño por cuestionar la veracidad de lo representado, de lo visto, de la propia percepción visual, se realiza con un medio como el dibujo, característico por su innata subjetividad e imperfección, se amplía el campo de la interpretación y se expanden también las dudas sobre su veracidad. Unos dibujos que enlazan con algunas de las pinturas por el uso del blanco y negro, y éstas a su vez haciendo de puente entre los dibujos y los cuadros multicolores, todas ellas portando como título genérico el juego de palabras-chiste-acertijo Alien baló sorprendido del truco. En el caso de los cuadros espejados, el centro adquiere condición de centro en un doble sentido. En él todo empieza y acaba, la duplicación y la desaparición del espacio que parece ocultar como un rodillo el resto de la imagen; punto central porque organiza el resto y provoca su desaparición. De los modelos fotográficos de organismos vegetales, Ernesto Casero pasó a realizar pequeñas maquetas con plastilina y a organizar su representación siguiendo el mismo patrón espejado. La referencia no es ya un objeto o ser vivo real que se transforma con la práctica, sino desde uno que se crea desde la nada para acabar simulando otro que pudiera haber existido como los anteriores. El proceso adquiere un nivel mayor de complejidad para acabar encontrando un resultado que se pregunta sobre la veracidad o la falsedad de lo que representa, un test de Rorschach mostrado directamente en el plano estético. Eterno dilema entre la realidad y lo visible, entre lo que existe per se y aquello que hacemos visible gracias a nuestras cualidades visuales y el empeño por verlo, darle forma y cargarlo de sentido.