Texto realizado con motivo de la exposición Política de gestos y de vida, en Galería Espai Visor, a partir de obras de Colectivo C.A.D.A., Lotti Rosenfeld y Fernando Bryce.
De manera precisa, el arte ayuda a entender el entorno y su contexto incluso en los casos en que no pretende ser social ni político. Cuando, en cambio, su fundamentación y finalidad son netamente políticas, esta comprensión de lo que nos rodea deviene en desvelamiento de aquello que los poderes fácticos intentan esconder. La función de las/os artistas que actúan políticamente no es de representación de una actividad artística, sino de construcción de una realidad que compite con la oficialidad de su oponente, por lo general defendida por gobiernos limitadores de la libertad, o ausentes de memoria o de autocrítica. Cuando adolecen de desmemoria, suele haber entremedio gobiernos autoritarios o que aún responden de manera refleja a ellos, como una inercia prolongada en el tiempo; cuando lo que les falta es autocrítica, se deduce que sus procesos democráticos todavía están en fase de alcanzar su madurez.