La acción y su registro. Radicantes

Epílogo realizado para la publicación Radicantes: danza y otras especies, IVAM. Editado por Mireia Ferrer, Rocío Pérez, Tatiana Clavel y Cristina Andreu.

En Five Easy Pieces(1966-68), Yvonne Rainer condensa el gesto sutil y mínimo de una mano, de un balón de voleibol rodando sobre el suelo o chocando contra las paredes de un rincón, con el registro pragmático, contenido, de cada acción. La posible intención de estas piezas cortas parece clara: mostrar aquello que nombran con su título, en una clara tradición conceptual de evitar una interpretación mayor. Nombrar aquello que se ve o se muestra no siempre responde a lo esperado. La tendencia a desarrollar la interpretación de las imágenes nos ha llevado a buscar sin descanso qué poder decir más de aquello que vemos, de lo que se nos ofrece; como si el gesto, el movimiento, por sutil, básico o simple que sea, no fuera en sí el motivo por el que se grabaron esas imágenes. Sin embargo, nombrar únicamente aquello que pasa y no incurrir en el deseo exegético de decir o mostrar más de lo que hay, demuestra una actitud de concisión que se antoja la principal finalidad de ese gesto.

Esta interpretación estaba implícita en nuestra decisión de acoger en el IVAM el proyecto Radicantes y, en cierta forma, en la manera como se insertó su segunda sesión en el ciclo Posar el cos, que se realizó intentando mantener la autonomía del primero pero dentro del contexto de este último. Es decir, Radicantes plantea una acción de continuidad en dos sesiones separadas seis meses entre sí y en esta publicación final y el programa más amplio Posar el cospretendía enlazar desde ahí para arrojarse más adelante, no tanto en la radicalidad de las propuestas, como sí en la posibilidad de entenderse más amplio, de abrir el foco para mostrar una parte mayor de la escena.

Este epílogo no busca incidir en lo ya dicho anteriormente a lo largo de los textos críticos y creativos que conforman esta publicación, sino volver al lugar del registro de la acción. Bill Nichols defendía que toda película es un documental, es decir, que cada film se enfrenta a su contemporaneidad por el simple hecho de haber sido realizado en un momento histórico preciso. La frase célebre de Jean-Luc Godard inserta en el primer capítulo de su Histoire(s) du Cinèma (1995) ataca la cuestión por otro flanco: “El cine, como heredero de la fotografía, siempre ha querido ser más verdadero que la vida.”