Pintura consciente

Texto curatorial para la exposición y publicación Seres fuera de campo, de Mery Sales. Fundación Chirivella-Soriano, Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana. Hasta el 4 de octubre de 2020.

 

«Quiero conceder que yo, por supuesto, estoy interesada, primariamente, en comprender. Esto es absolutamente cierto. Y quiero también conceder que hay otras personas que están interesadas, primariamente, en hacer algo. Pero no es mi caso. Yo puedo vivir perfectamente sin hacer nada. Pero, en cambio, no puedo vivir sin, cuando menos, intentar comprender lo que ha sucedido, sea lo que sea.» —Hannah Arendt

«Toda victoria humana ha de ser reconciliación, reencuentro de una perdida amistad, reafirmación después de un desastre en que el hombre ha sido la víctima; victoria en que no podría existir humillación del contrario, porque ya no sería victoria, esto es, gloria para el hombre.» —María Zambrano

«Desde la más tierna infancia y hasta la tumba hay, en el fondo del corazón de todo ser humano, algo que, a pesar de toda experiencia de los crímenes cometidos, sufridos y observados, espera invenciblemente que se le haga el bien y no el mal. Ante todo es eso lo que es sagrado en cualquier ser humano.» —Simone Weil [1]

Preámbulo

Empezar con tres citas es encumbrarse en la ignorancia. Después de estas, nada podrá ser dicho que no pueda, a su vez, ser acompañado del salvavidas que supone citar —que es siempre descontextualizar, extirpar el órgano de un cuerpo para llevarlo a otro con la ilusión de que no haya excesivas incompatibilidades— y a su vez, seguir ascendiendo hacia la ausencia total de asideros, donde las citas se desvanezcan y quede lo que se pensó escribir, algo muy diferente a lo que se hace al escribirlo, al gesto mismo. Y aún más disímil de lo que puede ser leído, pues se escribió finalmente. Sin embargo, comenzar un texto citando a estas tres pensadoras universales y polifónicas, es acercarse bastante al intento continuo de búsqueda que, para Mery Sales, representa la pintura entendida en ella como acción de pensamiento, por más que esto pueda verse como una contradicción en términos. Al mismo tiempo, son personajes-matriz para la artista, que encuentra en algunas de las cosas dichas por las tres lo sentido por ella y expresado, sin embargo, mediante la pintura. El proceso podría describirse como texto escrito que proviene del pensamiento abstracto en el caso de las pensadoras, y pintura figurativa que deviene de la interpretación de ciertos textos y, en especial, de muchos momentos vivenciales, donde la experiencia se opondría, en esencia, a la abstracción, por parte de la pintora. A no ser que por abstracción también entendamos —o mejor, incluyamos— la posibilidad de la memoria. Si es experiencia no puede ser abstracción, diría Hannah Arendt, a no ser que esa memoria no provenga tanto de la experiencia en sí, como de la ausencia total de lógica en lo recordado, un descasamiento entre lo que pensamos que debiera ser, por ejemplo, la educación o el amor, y lo que es o fue finalmente. Desde este campo interpretativo, el ejercicio de memoria en cuestión tendría más vitalidad en su ímpetu por definir lo que se es en la actualidad, pese a lo sido en algún momento previo, que en reconstruir lo que fue entonces, pues entonces es un concepto demasiado vago como para pintarlo de manera figurativa. En el presente convergen todas las cosas, incluso el futuro que perciben y anuncian.

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