El cuerpo del arte

Texto realizado con motivo de la exposición Teóretica del pan, de Xavier Arenós. Galería Rosa Santos, hasta el 22 de noviembre de 2019.

La cuestión de la forma en el arte responde a una tradición compleja. A su intento de avanzar por terrenos aún no explorados, cada vez más insólitos y cuyos resultados se ponen en cuestión el instante después de ser presentados, se une el vínculo a una tradición que ha centrado gran parte de sus empeños en la materialización de la forma o en su intento de desaparición. Si cada vanguardia histórica reivindicaba una manera de ver el mundo refrendando una forma (con frecuencia rompiendo o despojándose de lo anterior como una capa de piel seca que fuera ya incapaz de sentir pálpito alguno) también poseía la fortaleza de acabar con cualquier aspecto que, vinculado a ella, anunciara el riesgo de un formalismo continuista y repetitivo. La novedad, ya se sabe, pese a “ser vieja como el mundo”, se reinventa a cada paso y no ceja en su avidez de seguir siendo deseo. El cuerpo del arte es un organismo conformado como una máquina creativa y de sentido, capaz de generar al unísono una voz personal y enmudecer para siempre. Más allá de su vinculación a un estilo, lo es por su pertenencia a un tiempo, el del arte, pero sobre todo al de la reivindicación de la existencia: un cuerpo vive en tanto en cuanto habita un espacio y transita en un tiempo.

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Simbología de los espacios sociales

Texto realizado con motivo de la exposición de Mira Bernabeu Panorama social (1965 – 2007† -2009* – 2014) en la galería Rosa Santos. Del 6 de junio al 18 de julio de 2014.

Panorama social_Mira Bernabeu_Rosa Santos

“Como la arquitectura misma, todo proyecto viario constituye un ensayo para someter el espacio urbano, un intento de dominio sobre lo que en realidad es improyectable”.

Manuel Delgado El animal público

Dos palabras aparecen de manera correlativa en el segundo tomo del Diccionario del uso del español de María Moliner, en concreto en su página 557: panóptico y panorama. La cercanía en este caso desvela una similitud, una misma raíz, el prefijo “pan” que deriva del griego y significa “todo, de todo(s)”. En el primer caso, junto con la palabra óptico (a su vez define las cosas “relacionadas con la luz, la visión, los aparatos, lentes, etc., destinados a perfeccionar ésta”) panóptico “se aplica al edificio construido de tal manera que su parte interior es visible totalmente desde un punto.” En cuanto a panorama, donde el sufijo griego -orama se traduce por “lo que se ve”, responde a aquel “paisaje pintado en una superficie cilíndrica, que se contempla como espectáculo desde dentro de ella”. La vinculación entre los dos conceptos viene dada entonces por la necesidad de situarse en una parte central, interior y a una cierta distancia, para observar el resto. El panorama necesita ser visto en su mayor parte para construir, a medias con lo que se ofrece e ilumina, a medias con lo construido por la mirada, un sentido de apariencia y totalidad. Dentro del edificio panóptico, la distancia es principal para que todos sus puntos puedan ser controlados desde la torre situada en el centro.

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Teresa Cebrián. Siete veces siete

Texto realizado con motivo de la exposición de Teresa Cebrián …Cuando las palabras desaparecen, en Galería Rosa Santos, Valencia. Del 4 de octubre al 10 de noviembre de 2012.

Al pronunciar palabras, al hacerlas audibles, salidas del pensamiento que las construye para ser dichas, las palabras ya no son nuestras. Son dichas por nosotros, defendidas por nosotros, pero están ya ausentes de autoría. La autoría es el primer gran error del ser humano; sin la autoría, sin embargo, no terminamos de ser, de construirnos como tal humanos. Esa es nuestra paradoja. Cuando la artista construye esculturas con palabras no dichas, pero sí esculpidas, tratadas como ideas que deban corporeizarse para ser leídas y, tal vez, pronunciadas en voz alta, entendemos que la realidad se construye.

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