Texto publicado en suplemento Quadern nº 508, El PaÃs – Comunitat Valenciana, jueves 18 de marzo de 2010.
El 2 de julio de 2001 se inauguraba el Museu Valencià de la Il·lustració i de la Modernitat-MuVIM, con casi dos años de retraso. En aquel momento Eduardo Zaplana todavÃa era President de la Generalitat; José DÃez, de la Diputació de València; Antonio Lis ejercÃa como Diputado de Cultura y Rafael Company habÃa sido nombrado director del museo. De la gestión del mismo, en su inicio, se hizo cargo el Consorci de Museus, donde mandaba entonces con mano de hierro Consuelo Ciscar, no sin recibir quejas y despertar dudas a propósito de su programa de exposiciones. De su equipo fue la idea de incluir el concepto de “modernidad†(y su sigla) en el nombre del museo. Mientras tanto, Manuel Tarancón, impulsor del edificio en su perÃodo como President de la Diputació (1995-1999) era entonces Conseller de Cultura, donde habÃa llegado sustituyendo a Francisco Camps quien, reclamado por Madrid, a su vez habÃa sido nombrado Secretario de Estado de Administración Territorial. La Sala Parpalló se “incluyó†dentro del edificio de Vázquez Consuegra después de haber ocupado varios años un espacio en La Beneficència, donde recaló tras dejar su histórica sede de la calle Landerer. Los cambios sucesivos de ubicación fueron interpretados por la opinión pública cultural como un claro intento de restarle el prestigio alcanzado en su primera etapa por el método del borrado programado de la memoria. Una táctica que se empleó inmediatamente después con el IVAM (incluyendo el insólito cierre del Centre del Carme en 2002) donde se instaló una deriva programática y de discurso desconocida hasta entonces y que aún ha sido más patente desde 2004, año en que Consuelo Ciscar sustituyó en el cargo a Cosme de Barañano.