I
En la oficina de un banco,
una retroproyección
con un vídeo promocional.
¿Quién ha fallado más, el arte
encontrando formalismos adecuados
al capital,
o el capital infiltrándose
en la estética más fronteriza?
Eterno dilema entre
la forma y el contenido, sobre todo
cuando el contenido es contante
y sonante
y la forma se amolda al primer encargo oficial que recibe.
Un banco como una galería,
como un museo…
deseos recíprocos de ser lo otro.
II
II
Ética antiestética o
estética antiética.
No hay, no habrá,
estética sin ética.
Todo lo demás es estilismo,
formalismo de lo novedoso arcaico,
de lo reaccionario con piel de cordero.
III
III
Preguntado un director de museo
sobre la idoneidad de poder expresarse
los artistas,
éste prefiere, para ellos, el silencio.
Una evocación sin precedentes,
una evasión ídem.
Lo peor es que este texto
no es un anuncio de Fujitsu.
IV
IV
Políticas culturales de sobaquillo
sándwiches de exposiciones
que pierden su nombre
al primer bocado.
Personas responsables
de cargos públicos
aderezadas con pizcas de sal
y recortes de prensa empollados
la noche antes
al examen de la opinión pública
(aprobado general)
La cultura envasada
con film transparente:
todo se puede ver,
pero por favor, no toquen nada.
V
V
Hablar por boca de otros,
como dice R. López Cuenca
a propósito de las prácticas artísticas.
Escribir a partir de lo que otros
dijeron, contaron, dejaron escrito
o aún escriben…
¿Es posible siquiera
acercarse al sentido final de lo que otros
dicen, cuentan o dejan escrito,
pasto ya de interpretaciones derivadas?
La opinión generalizada
no cuenta aquí, pero parece
que se enfoca hacia una pérdida:
la de no saber seguir mirando.
Curiosa paradoja que esto ocurra
en una «sociedad panfotográfica»,
insertos en una cierta bulimia de lo visual.
Dejar el espacio vacío,
la mente en blanco,
el corazón en un puño…
¿garantiza algún logro?
VI
VI
Se ha oído tantas veces,
en el ámbito familiar:
«a buenas soy muy bueno,
a malas…»
que resulta inaceptable
que los políticos, ahora,
cuando nos cuentan todo el tiempo
el nivel de democracia
al que hemos llegado,
como si fuera un regalo que no nos merecemos,
sigan diciéndonos:
«a buenas soy muy bueno,
a malas…»
Resulta inaceptable,
pero, como el título de ese libro-archivo
de noticias ya sin rastro en los medios,
este será «el año que tampoco hicimos la revolución».
Cada cual en su casa,
los que tengan,
cada cual con sus cosas y sus sueños,
los que no los hayan perdido,
y en el fondo pensando:
» a buenas no son buenos,
a malas…
…a malas no tenemos nada que hacer».
VII
VII
Encerrarse con El malogrado de Bernhard
y ser testigo presencial
de un reparto de poderes.
Entender quién es artista,
quién artesano –pudiendo o no, queriendo o no, ser artista–
y quién se aparta para tomar distancia
y convertirse en crítico.
O también:
Quién hace práctica,
quién se agarrota ante ella,
quién escribe sobre la que otros realizan
(esa escritura asimismo reinventando la práctica)
Reparto de poderes:
el ejecutivo,
el legislativo,
el judicial,
respectiva e irremediablemente.
Despertar con El malogrado de Bernhard
para entender las variaciones goldberg de la ficción real.
VII
VIII
Límites institucionales,
burocracia sin fin como en el proceso de K.,
ejemplos malos, modelos absoletos…
son el breviario de la política
cultural de estas tierras.
Ante la incultura,
¿qué cultura le puede?
Ante la ignorancia,
¿qué decir que no sea fácilmente rebatible?
Ante la incosistencia,
¿qué bases reafirmar, empezando por dónde?
Ante el silencio generalizado,
¿qué palabras decir que aún puedan decir algo?
Ante la nada disfrazada de gestión cultural,
quedará, tal vez, gestionar las migajas
de esa nada ya desenmascarada.
VII
IX
SABER PARAR
La vinculación del mito
al horario de cierre
y apertura
Sobre la mesa, un lector
de tarjetas de crédito
y un vaso de plástico
Sobre la cabeza,
el peso de saber o no saber
desobedecer
En el escaparate,
la figura deformada de un hombre
con los reflejos
zijzageantes del ritmo ajeno
Mirar afuera,
fuera de sí,
y poder parar a tiempo
Todo se sustenta en el trípode escuálido
de la libertad, la igualdad
y la fraternidad,
siendo éste su lado más débil.
X
Siempre el peso
de las cosas hechas
frente a las miradas ajenas,
a las voces feroces,
a las risas irónicas.
La imagen de un cuerpo yacente
que hace esfuerzos
por ponerse de pie
y mantenerse vivo.
La sombra reflejada
en la pared de un cubo blanco
agrietado por sus seis lados,
en sus cuatro escenarios vacío,
por sus dos antagonismos muerto:
Creación vs Mercado
Pasear la ignorancia
y mirarse de cuerpo entero en un espejo:
«me sienta bien», o
«váis desnudos».
O también: «voy desnudo»
y me lo recuerdan a todas horas
vuestras risas irónicas,
esas voces feroces,
las miradas ajenas.