La cultura del miedo, el miedo a la cultura

Texto publicado en Revista mono #6 El miedo y otras catástrofes, abril de 2005

Es bien sabida la umbilical dependencia de la producción cultural para con los presupuestos públicos, su necesaria y continua alimentación -al menos y para delimitar el análisis- en toda la extensión del Estado español. De esta dependencia, tan susceptible de ser criticada como asimismo provocadora de no pocos logros, surgen tensiones y actitudes autoritarias y/o sumisas dependiendo del lado en que se opere. La gestión cultural pública suele tender a dirigir sus apoyos y subvencionar la cultura que resulta afín a sus principios y que activa modelos semejantes a los planteados o deseados por ella. No es arriesgado afirmar, por lo tanto, que se van consumando una serie de actos sutilmente abusivos que no sólo potencian que los productores culturales externos se arrimen por necesidad a una forma de hacer ideológicamente pespuntada, sino que dejan también cada vez más empobrecidos (y no sólo económicamente) a quienes ofrecen diferentes visiones de una realidad sin duda ecléctica y caleidoscópica. O dicho de otro modo, la gestión de los presupuestos públicos no se realiza con una voluntad esencialmente pública (en el sentido de dar cabida y visibilidad proporcional tanto a lo mayoritario como a lo diverso) sino que ha devenido continuadora de modelos creados por quienes ostentan el cargo de poder del momento, importando poco o muy poco el resto de opciones. Dándoles oportunidades sólo en la justa medida en que se sobrentiende que dentro de una sociedad democrática la industria cultural debe ofrecer diferentes y contrapuestos ejemplos de discusión y análisis.

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Jacques Moran y la representación de la agonía

Texto publicado con motivo de la exposición de Jacques Moran Happy Days. Col•legi Major Rector Peset-Universitat de València, mayo-junio de 2006.

En una fotografía fechada en 1964, el artista James Harvey posa agachado, de cuclillas, junto a dos de sus obras. Una de ellas es un cuadro colgado de la pared donde se ve lo que podría interpretarse como la abstracción de una figura humana, con los brazos abiertos. La fotografía, publicada en el libro El abuso de la belleza [1. Arthur C. Danto, El abuso de la belleza. La estética y el concepto del arte, Paidós Estética 37, Barcelona, 2005, p 39.] de Arthur C. Danto, en realidad parece una fotocopia contrastada, con lo que el cuadro no se aprecia ni con los colores originales ni con la nitidez necesaria como para realizar un análisis más profundo. Sobre su rodilla izquierda, ayudado de una mano, el artista muestra la otra obra: una caja de esponjas lavavajillas Brillo, realizada en cartón. La especificación del material es importante para distinguir esta caja de las realizadas con madera por Andy Warhol que acabaron convirtiéndose en símbolos mitificados del Pop Art y, por añadidura, del arte contemporáneo. Ese episodio se convirtió en una obsesión [Íbid. p 37.] para el teórico estadounidense a partir de la exposición realizada ese mismo año, donde Warhol mostraba diferentes objetos construidos a partir de empaquetados originales de productos de consumo popular. Una variación actualizada de los readymade de Duchamp con importantes matizaciones, entre ellas la que concierne a su fabricación. Y que podría entenderse como una consecución cronológica (incluso lógica), al inscribirse las de Warhol en una época diametralmente distinta, marcada por el modelo consumista norteamericano extendido globalmente a partir del fin de la IIª Guerra mundial.

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